José Alberto Alvarado I.
Tomar el pincel y plasmar en el lienzo la imagen de lo que nuestros ojos pueden ver en total sobriedad, o la fotografía puede tomar con la mayor resolución, es terreno del hiperrealismo, en donde la limpieza de la técnica llega a un extremo que no permite error de fidelidad con respecto a la realidad, o lo que se muestra como real.
Por eso no cualquier artista se atreve a sumergirse en la profundidad técnica de este manifiesto artístico tan exigente, ya que muchos se arropan en estilos subjetivos que terminan desarrollando obras con resultados que no se esperaban, y que se guardan para sí el descontento de no llegar a donde querían, pero que con hipocresía la exhiben ante el mundo como una obra maestra que manifiesta lo que sienten o piensan.
Artistas como Goya, Picasso o Dalí, se inmortalizaron en las páginas de la historia del arte gracias a sus talentos, pero hay que reconocer que sus estilos no exigían técnicas perfeccionistas como la de otro artista español, llamado “Alejandro Monge”, cuyo hiperrealismo depurado hace dudar a cualquier espectador de sus obras, de si se trata de retratos hechos a mano o fotografías llevadas al lienzo.